Cuando se supo que Disney Plus se había atrevido con una nueva entrega navideña de la saga de Star Wars, la noticia fue como sumergirse en la memoria del horror cinematográfico. Si la película inaugural, Una nueva esperanza (George Lucas, 1977), se convirtió en un éxito inconmensurable y en una de las patas del cine moderno, lo siguiente que se estrenó del mismo universo midicloriano no tuvo nombre. En realidad, sí lo tenía, pero ya me entendéis: con El especial navideño de la Guerra de las Galaxias (Steve Binder y David Acomba, 1978), uno no da crédito a lo que ven sus pobres ojos.
Por fortuna, el mediometraje animado LEGO Star Wars: Especial Felices Fiestas (Ken Cunningham, 2020), pese a un título que atufa a subproducto, se halla a años luz en hipervelocidad de aquel espanto. La otra propuesta resulta asombrosa en su absoluta ridiculez y sus increíbles pérdidas de tiempo con una trama insufrible de la familia wookie, diminuta para la hora y media en la que transcurre y con un cargante teatrillo de variedades, extemporáneo hasta lo decimonónico, a lo George Méliès pero en cutre. Y ni la secuencia de animación de Ken Stephenson la puede salvar de una quema tan merecida.

Así pues, a nadie le puede parecer extraño que el propio George Lucas renegara de ella y prohibiese su reposición de forma terminante. Pero lo verdaderamente incomprensible es que hubiese consentido que se llevara a cabo desde que Mitzie Welch presentó su libreto, tan horrible como para querer lanzarlo por una ventana. Y solo quienes han sufrido semejante despropósito hecho imágenes en movimiento saben que no se trata de ninguna exageración de alguien aficionado a las hipérboles. Por el contrario, es muy improbable que el creador de la lucha entre los Caballeros Jedi y los Señores Sith abomine de LEGO Star Wars: Especial Felices Fiestas y su pulida técnica animada.
Y no porque esta película con el estilo de los famosos juguetes daneses haya escapado de la habitual falta de verdadero ingenio en el humor de su franquicia, que continúa tristemente inalterable: lo valioso del filme, ambientado después de El ascenso de Skywalker (J. J. Abrams, 2019), son los elementos narrativos de los que se compone la aventura y sus jugosas posibilidades, que se aprovechan francamente bien y, por ello, el guionista David Shayne (Phineas y Ferb) conduce el relato de Star Wars hasta sus últimas y muy disparatadas consecuencias. Con lo cual, por otra parte, se originan algunos momentos, no muchos, dignos de auténticas carcajadas.

Si la filmografía de LEGO sigue como un quiero y no puedo deplorable, el de quienes se esfuerzan pero casi nunca atinan en la diana con sus chistes, no es la primera vez en absoluto que se aplica con Star Wars: ahí tenemos cortometrajes como The Quest for R2-D2 y Bombad Bounty (Peder Pedersen, 2009, 2010), La Amenaza Padawan (David Scott, 2011) o El Imperio contra todos (Guy Vasilovich, 2012), y series como Las crónicas de Yoda (Michael Hegner, 2013-2014), Historias de Droides (Hegner y Martin Skov, 2015), The Resistance Rises (Hegner, 2016), Las aventuras de los Freemaker (Bill Motz y Bob Roth, 2016-2017) o All-Stars (Skov, 2018).
Mientras que David Shayne ya había escrito libretos para estas dos últimas, es la primera ocasión de Ken Cunningham con Star Wars pero no con la compañía juguetera, pues ya se había encargado del corto LEGO Marvel Spider-Man: Vexed by Venom (2019) y de la miniserie Jurassic World: Legend of Isla Nublar (2019-2020), de la que Shayne había firmado un par de episodios, igual que de otras tres obras de la franquicia. Pero probablemente ninguno de los dos nos había ofrecido algo tan decente como LEGO Star Wars: Especial Felices Fiestas, que hará las delicias de los que disfruten revisitando el pasado popularísimo de la saga galáctica.

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